Al llegar, abrí la puerta de mi casa y dejé caer las interminables gotas del ataque, aquel del que he sido víctima desde hace algunos meses, pero bueno, me fui acostumbrando al mal tiempo de la ciudad y a los huecos en las pistas todas las noches camino de regreso a casa; entonces voy a la cocina y me sirvo un poco de melancolía del color de sus ojos, que me da tanta sed que empiezo a tomarme gota a gota la lluvia con el veneno del día, pero termino seco y me duermo, y me olvido de los huecos, que pasan.
sábado, 22 de noviembre de 2008
Llueve
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