martes, 1 de julio de 2008
El brillo hipotenusa de la ausencia
Lento y cerca al final de un día, todos los cuentos parecen no querer más el "vivieron felices para siempre", en estos días en que el mundo está recién despertando de la resaca, que el tacto recide en mi boca y no hay formas claras de traducir los secretos del silencio, ahora que sueño despierto y camino dormido, que caigo de pie y me levanto a dormir nuevamente; como mamotreto olvidado al polvo y a punta de comedias impúdicas, todo dura menos que el sexo sin amor, que la masturbación a cuatro manos, todo... De vuelta o de ida el silencio es de oro, la soledad está cocida a mi mochila y como vengándose de mi, compite con mi razón, ni me siento culpable arrastrarla, ni cuento su sistole ni diástole que no llevan mi ritmo, camino a la faena acampo antes que me de miedo.
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